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Tocar una fibra con una historia...

Hay quienes nos tocan una fibra con su voz, otros con sus fotografías, o con sus vídeos, hay quienes lo hacen a través de una pintura o una canción… 

A mí me gusta tocar una fibra con una historia

Ya sea entregando un proyecto de diseño en el trabajo o haciendo un regalo en lo personal, siempre lo envuelvo en una historia para hacer el momento aun más especial. 

Soy de las que siempre prueban ese nuevo plato que aparece en la carta de un restaurante favorito, pero también la que disfruta de las pequeñas cosas en la cotidianeidad del día a día. 

Entre esas pequeñas cosas siempre hay «algo»: el café de un determinado origen que desayunas, el pan recién tostado de la tahona de toda la vida, la miel que viste preparar con mil flores, el aceite de tal provincia que te trajo un familiar, o esa taza de cerámica que compraste cuando visitabas aquel pueblo… 

Esos «algo» —productos—, forman parte de la historia de las personas. Hacen que determinados momentos sean más significativos. 

Eso es lo bonito de la narrativa de marca, que despierta emociones.

Responde a anhelos y verdades que trascienden las clases, las culturas, el tiempo y el lugar.

El relato que hay detrás de «algo» conecta más profundamente con las personas, hace que forme parte de sus vidas y ayuda a diferenciar cualquier producto de todos los demás por su propia y única historia.

Solo necesitas decidir una cosa. La fibra quieres tocar.

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Marcas responsables. Historias para el bien común.